En la sala de mi hogar, siento una melancolía que se afferra de mí. Escucho canciones que parecen llorar, que contienen el alma de mi México, que me llenan paradóxicamente de sosiego y de tristeza a la vez.
Quizás el mundo ha dado mil vueltas, pero en este momento siento que he llegado al mismo lugar, que he regresado a una versión de mi ser que pensaba que se había perdido. Quizás el daño que me hice no fue irrevocable. Quizás aún tengo la oportunidad de volver a llorar sin ahogarme, a reírme sin miedo a volver a caer, a amar sin miedo a perder, a sentirme amada, sentirme dentro de mí.
He visto una inmensidad de dolor. He experimentado oceános enteros de lágrimas. He visto cosas que no puedo ni explicar. Y aún así, el mundo en este instante se desborda de paz y siento, como por primera vez, una sanación que se aferra a mi ser y no me deja ir, no me deja sentirme más sola.
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